viernes, septiembre 02, 2005

critica > 01: Exposicion Mapas Abiertos

MAPAS ABIERTOS: FOTOGRAFÍA LATINOAMERICANA 1991 - 2002
Hasta el 16 de octubre, 2005. Sala de Arte Fundación Telefónica.
Alameda 111, Santiago, Chile


foto Lucía Chiriboga. "Viviré para contarlo"

En la Sala de Arte de la Fundación Telefónica, se expone la muestra de fotografía "Mapas Abiertos: Fotografía latinoamericana (1991 – 2002)". Este es un proyecto de Ediciones Lunwerg, apoyado por Fundación Telefónica y dirigido por el curador Alejandro Castellote, fundador y director artístico de PHotoEspaña (en sus tres primeras ediciones) .

Lo primero que debo mencionar es que es una exposición imprescindible. El esfuerzo por reunir material fotográfico procedente de nuestro continente ha sido considerable y en esta muestra se encuentra presente la mayoría de los artistas que han sido fundamentales en los años 80 y 90. En segundo lugar destacaría el hecho que la muestra está constituida por obras relativamente recientes (menos de 15 años), lo cual nos da un panorama más actualizado del quehacer fotográfico en el continente. En tercer lugar creo importante señalar que se trata de obras que rompen con la tradición fotoperiodística y documental presente en los años 70 y parte de los 80 en América Latina.

Pienso que para el público santiaguino, y especialmente para los fotógrafos, es una gran oportunidad poder apreciar la obra de estos artistas, reunidos en una muestra colectiva, exhibiendo un tipo de fotografía que en el ambiente fotográfico nacional ha tenido dificultades en desarrollarse y ser reconocido. Dos alcances sin embargo: la muestra no está completa y el catálogo de 342 páginas, esencial en esta exposición, no está en venta, ni tampoco es visible. Especialmente importantes son los ensayos que figuran en el catálogo. Para empezar por el de Alejandro Castellote, curador de la exposición, quien explica sus intenciones y metodología para seleccionar los autores; Juan Antonio Molina, crítico e investigador cubano, que reflexiona sobre la fotografía latinoamericana de los años noventa; Rubens Fernandes Júnior, crítico y comisario de fotografía, director de la Facultad de Comunicación de la Fundaçao Armando Alvares Penteado, que hace un panorama de la fotografía brasileña; Alejandro Castellanos, historiador y director del Centro de la Imagen de Ciudad de México, que escribe sobre su país como anfitrión de artistas latinoamericanos y hace un análisis de la fotografía mexicana; Iván de la Nuez, escritor cubano, crítico de arte y responsable de Virreina Exposiciones, que reflexiona sobre la preeminencia de la imagen en las generaciones posteriores al boom de la literatura iberoamericana; y Sergio Guerra Vilaboy, que ha reunido una completa cronología socio-política de la década de los noventa en Latinoamérica. Finalmente, se incluyen las biografías de todos los autores.


foto Ricardo Gómez Pérez


Me he referido al catálogo, no simplemente para indicar una ausencia que me parece algo desafortunada, sino porque esta exposición invita a la reflexión en muchos sentidos. Es probable, en primera instancia, que el visitante santiaguino sienta que está en presencia de una exposición más próxima a la pintura que a la fotografía. Es decir una exposición donde la fotografía directa y documental, a la cual tal vez este más acostumbrado, parece expatriada. Nada de esto es sin embargo negativo, muy por el contrario, la exposición muestra y demuestra que las posibilidades del medio son mucho mayores, recordándonos que nuestros artistas no están condenados a la fotografía documental como forma de expresión obligado.

La mayoría de las obras expuestas se centra en torno a un proyecto "modernista" de desafío a los límites del soporte fotográfico. Destacándose, en este sentido, la puesta en tensión de éste a través del collage, la sobreimpresión, las imágenes compuestas (dípticos, trípticos, etc), la manipulación química, las obras híbridas con intervención gráfica y pictórica y las manipulaciones digitales. Es tal el nivel de preeminencia del aspecto formal de las obras, que es inevitable considerarlo parte del discurso principal de la muestra.

Alejandro Castellote expresa en su ensayo que ha intentado evitar los estereotipos exóticos y alejarse del Realismo Mágico, corriente literaria de los años 60, para lo cual ha contado con el asesoramiento de expertos latinoamericanos: críticos, directores de revistas y de editoriales, comisarios, conservadores de los departamentos de fotografía de los museos más activos en la década de los 90, responsables de colecciones públicas y privadas, profesores de universidades, galeristas y los propios artistas. Con objeto de darle una organización temática a la muestra, Alejandro Castellote ha dividido esta en tres ámbitos: "Rituales de identidad", "Historias alternativas" y "Escenarios". Sin embargo, pese a las sinceras intenciones de Alejandro Castellote, creo que la exposición se inserta en toda plenitud dentro de la lógica del Realismo Mágico, algo que no ocurría con la fotografía social y militante de los años 70 y comienzos de los 80, donde el indigenismo y el reportaje social y político predominaban. Esto se expresa en un concepto de realidad que se oculta trás un manto simbólico y onírico, suerte de "subrrealismo" criollo, como yo califico esta vertiente latinoamericana, donde el ser humano es ubicado en un cruce de caminos entre el animal, la tierra, las plantas, los dioses, la memoria y los sueños. Constantes son las alusiones a la hibridación humano/animal en el caso de Cecilia Paredes, Javier Silva Meinel, Cravo Neto y Víctor Vazquez; humano/tierra/mapa/materia en el caso de Lucía Chiriboga, Gustavo Frittegotto, Claudia Andujar, Adriana Calatayud y Oscar Muñoz; ; humano/planta con Juan Carlos Alom y Res; humano/dioses es el caso de Gerardo Suter y Tatiana Parcero; memoria/albúm Marcelo Brodsky, Juan Enrique Bedoya, Anan Casas y Eustaquio Neves y finalmente imágenes de tipo onírico por Miguel Río Branco, Katya Brailovsky, Alejandra Bachrach, Cassio Vasconcellos, Flavia Gandolfo, Jaime David Tischler, Ricardo Gómez Pérez y Luis Gonzalez Palma.

Se diferencia, en esta exposición, un cierto número de obras, que se separa de la tendencia general, pues pone el acento, no en los límites del soporte, sino en la manipulación de códigos culturales y que podríamos catalogar como actitud postmoderna. La diferencia, tanto formal como en contenidos, es importante. Al carácter eminentemente "endógeno" de la mayoría de las obras "modernistas", que establecen pocos lazos con culturas exteriores y que bañan en un espacio temporal definido por la nostalgia y la mitología identitaria, se agrega este conjunto de artistas contemporáneos que si comunican con la cultura exterior, no temiendo ironizar con la propia iconografía latinoamericana o mundial. Lo más representativo de este grupo lo constituyen sin duda las obras recientes de Marcos López: "La última cena" y una versión tersgiversada de "La buena fama durmiendo" de Alvarez Bravo.

foto Marcos López

Dentro de este grupo de artistas, podrían figurar además Daniela Rosell, Jorge Aceituno, Nelson Garrido, Vik Muniz, Jonathan Harker, Jaime Avila, Luz María Bedoya, Luis Molina Pantin, Leonel Luna, Martín Weber, Sebastián Friedman y Alessandra Sanguinetti. Todos ellos usan la fotografía por lo general de manera directa, sin rehuir la crudeza del color o las formas definidas por la simple óptica. No vemos en ellos el recurso a lo onírico o a lo mitológico presente en el grupo mayoritario, como si aceptasen finalmente que nuestras realidades colectivas están definidas por lo urbano, la televisión, la sociedad de consumo y las personas de apariencia común y ¡con ropa!.

foto Luis Molina Pantin

Finalmente, last but not least, cabe una palabra de entusiasmo con obras resultantes de experiencias realizadas con comunidades de Perú (TAFOS); de México (Taller fotográfico de Gueletao) y de Guatemala (Niños fotógrafos de Guatemala), donde, gracias a las cámaras facilitadas, sus propios habitantes nos entregan una idea de autorepresentación fresca, honesta y no desprovista de humor y poesía.

En resumen, la exposición marca un hito en la fotografía de arte latinoamericano, representando muy bien la década de los 80 y los 90. Aquella que se atrevió a transgredir los límites impuestos por una cierta fotografía social, militante, pura y dura, para volar con las alas de la creatividad. Quedan abiertas las puertas también para que una nueva camada de autores contemporáneos, quienes parecen haber encontrado una posición en las sociedades latinoamericanas —eminentemente urbanas—, enfrenten el diálogo con el resto del mundo, dejando atrás un mitológico paraíso perdido.



1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Excelente exposicion. Tuve la oportunidad de verla en Madrid, que es la que esta en Chile ahora, y en Barcelona, que es la que esta de gira por Europa. Saludos y gracias por la resena.

septiembre 15, 2005  

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