De sonrisas y risas
Chema Madoz en el MAVI - 22 de Junio hasta el 20 de Agosto, 2006
Abelardo Morell en el MBA - 4 de julio hasta el 31 de agosto, 2006
Elliot Erwitt en el MBA - 16 de junio - 30 de julio, 2006 !! (mañana último día)
foto doifel videla, expo Chema Madoz en el MAVI
Hace dos domingos atrás, un perfecto día soleado de este clemente invierno, aire limpio y transparente, nos fuimos con Xiaoli a desayunar al centro. En la esquina de Merced con Monjitas tomamos unos fragantes capuchinos con algunos croissants (curiosamente algo salados) y pain au chocolat de Le Fournil. Mucha gente atestaba el pequeño local y desafortunadamente el invierno no era tan cálido como para tomarlo fuera. Con el mejor ánimo del mundo iniciamos nuestra exploración de ese barrio perfecto en día domingo.
Nuestra primera visita fue el MAVI, mi museo preferido, de talla humana, cálido, ordenado, creativo y siempre con exposiciones interesantes. Al cartel: Chema Madoz.
Yo solo había visto a Chema Madoz en una exposición colectiva en París, no imaginaba lo que iba a encontrar. ¡Una verdadera retrospectiva! Excelentemente bien montada, una "puesta en lugar" de muy buen criterio. En fin, una delicia que recorrimos con una sonrisa permanente en los labios, comunicándonos una y otra vez los detalles de su perspicacia.
Chema Madoz crea instalaciones destinadas a transformarse en fotografías. Coincidiendo en esto con el brasileño Vic Muniz. Son ideas, siempre ingeniosas, que elabora y construye con objetos materiales que no duda en inventar en base a asociacion de ideas. La primera sensación que saltó a mi mente fue René Magritte, algo de Man Ray, algo del humor ácido de Duchamp y los dadaístas. Chema Madoz ciertamente hubiera estado feliz en compañía de estos últimos, pues si bien lo podemos situar entre los surrealistas es con dadaístas, como Picabia o Raoul Hausman que lo siento más afín en su actitud humorística, que puede ser a veces tierna, como irónica.
Me quedé pensando en lo incongruente que se me hacía la fabricación de ideas con objetos tridimensionales materiales y llevados al plano a través del blanco y negro. Todo esto los hace como antiguaos, improbables, como la "fauna" fabricada del "Dr. Ameisenhaufen" (traducción: montón de hormigas) de Joan Fontcuberta, autor probablemente indispensable en la obra de Chema Madoz.
Ficción, ideas y un bien cultivado humor, fueron los ingredientes de esta maravillosa exposición que nos ofrece el MAVI por algunos días más, que nos dejo sonriendo por un buen rato.
De allí nos encaminamos a la catedral de nuestro arte: el Museo de Bellas Artes. Nuestra idea era visitar la exposición de Elliot Erwitt, que dicho sea de paso no ha contado jamás con mi entusiasmo, pero, conociendo la adoración por los perros de Xiaoli no dudé iba a ser de su total agrado. Sin embargo en el primer piso, nos encontramos a boca de jarro con una exposición inesperada: Abelardo Morell, del cual yo solo había visto, nuevamente, una sola imagen en una exposición colectiva en Colonia.
Hay muchas ideas e imágenes que se agolpan en mi cabeza cuando pienso en el trabajo de Morell, que dicho sea de paso no deja de evocarme el cuento de Bioy Casares: La invención de Morel y toda la erudición y fantasía de Borges, pues ciertamente me rememora el mundo borgeano. El fetichismo por los libros, los personajes saliendo de ellos para permutar de dimensión, como lo hace Abelardo Morell en su ensayo sobre "Alice in Wonderland", o con el "Book" llevado a la categoría de ciudadela, de casa fantasma o de pozo infinito. La yuxtaposición de las imágenes de un libro ilustrado, la contigüidad, el dialogo entre sus personajes, todo esto me hizo revivir mi vida dentro de los libros cuando era pequeño. ¿Acaso lograba distinguir a esa edad sus personajes de la vida "real"?
Esta exposición no es fácil y una vez más en blanco y negro lo cual la oscurece aún más en mi opinión. Pero tengan la certeza que es mucho y es una verdadera retrospectiva de Abelardo Morell, una exposición peso pesado. Llena de ideas, de referencias, de sensaciones, de opiniones que pasarán a muchos desapercibidas.
De todas las ideas expuestas por Morell solo tomaré la que me parece principal y para mi altamente significativa: la proyección de imágenes. Que es el fenómeno que nos permite ver y reproducir visualmente el mundo exterior. La imagen que, gracias a un dispositivo óptico, vuela por los aires para posarse, o no, sobre un objeto es algo que yo encuentro milagroso e incomprensible. Pues bien Morell lo encara de una manera muy especial, fotografiando espacios a oscuras —comedores, dormitorios, salas de espera— donde por efecto de "camera obscura" viene a proyectarse una imagen del exterior. Esa formula, para mi evoca el encuentro entre la realidad de nuestro imaginario y la realidad exterior, que se unen, por supuesto, en nuestro imaginario nutriéndose mutuamente, a veces devorándose.
Con estas dos exposiciones en mente bajamos a la sala Matta, donde con gran soporte publicitario se expone Eliott Erwitt. Recuerdo alguna vez haberlo puesto como ejemplo del típico fotógrafo simplón de mal gusto, que se cree divertido. Debo retractarme un poco de esta opinión. Ver lo mejor de Erwitt en una sola sala es reconfortante y llevó nuestras sonrisas precedentes hasta las risas, pues Erwitt es cómico, anecdótico y hasta chabacano, pero lo hace bien. Chico travieso, viejo con alma de niño, no lo sé, pero nos reímos un montón en la exposición de Erwitt que además está llena también de historia, de celebridades, de personajes históricos y de humoradas en las cuales los perros se roban la película. Una exposición para acabar del mejor humor posible, un domingo perfecto en el corazón de Santiago.