domingo, diciembre 25, 2005

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Photos Doifel Videla;
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sábado, diciembre 17, 2005

La foto roba el alma


16.12.2004

No recuerdo cuantas veces he participado de la risotada general que celebraba con desdén la supuesta creencia que la fotografía robaba el alma a los fotografiados. Se supone que esta es una creencia primitiva, propia de mentes incapaces de alcanzar el umbral del conocimiento de las leyes mecánicas que creemos gobiernan el universo. Una creencia contra la otra. Sin embargo nunca leí a ningún nativo, es decir a alguien que consideramos habitante del planeta de la ignorancia, afirmarlo o dar explicaciones al respecto. Siempre las citas fueron de segunda mano, en boca de algún antropólogo que suponía interpretar al marciano, que se expresaba en una lengua desconocida, con gestos de miedo, repugnancia o rechazo.

Afín de no ahondar en las interpretaciones de antropólogos y etnólogos, ya que se trata de seres humanos de una condición que no nos permite incluirlos en la sociología, aceptemos la hipótesis que la fotografía causaba una reacción negativa en los fotografiados, con relación a algo esencial de lo humano, que los interpretadores señalaban como: el alma.

Para que los fotografiados expresaran este rechazo a la fotografía, menester era que hubiesen estado en contacto con el proceso de toma y resultado de la fotografía o sea que hubieran visto una imagen fotográfica de si mismos o de alguien conocido. Su actitud negativa se deriva entonces de la observación posterior que los lleva a no querer repetir la experiencia.

No se si venga al caso pero yo personalmente experimenté algo de esta reacción en un pequeño poblado de la Sierra Central de México. Habiendo llegado allí de improviso, junto a una europea y una mulata antillana —trío folklórico deben haber pensado los habitantes del villorrio—, nos vimos rodeados de niños y niñas por todos lados, unos más divertidos que otros con nuestras curiosas vestimentas y actitudes. El jolgorio acabó en el momento preciso en que yo quise fijar la escena, sacando mi cámara fotográfica y apuntando a los niños. Acción que les heló el rostro y que hizo que en una fracción de segundo desaparecieran detrás de lo primero que encontraron, así fuera por el suelo detrás de unas malezas.

Para mi fue una experiencia inaudita y obviamente no alcancé a sacar ninguna foto, ni tampoco me atreví a hacerlo pues cada vez que levantaba la cámara escuchaba los chillidos de los niños como si los estuvieran asesinando.

No les pregunté porqué no querían ser fotografiados, pues con la actitud propia de quien cree saber, asumí que tenían miedo a que la fotografía les robara el alma.

Hoy día en la mañana he estado pensando en las diferencias entre la fotografía y la pintura. El día de ayer estuve en LA librería de Colonia, es decir la única librería bien provista de libros de arte que existe en esta ciudad y me ha llamado la atención como la fotografía, una vez que he comenzado a mirar mas detenidamente la pintura, me parece cada vez mas indistinta, es decir mas igual a si misma. Diré aquí algo obvio, que de tan obvio no había notado. La fotografía es fotografía y la pintura es pintura. Ya sé que suena profundamente absurdo, como cuando en matemáticas nos torturaban para que demostráramos que “a” era igual a “cero”, cuando de partida habíamos definido: A=0.

Lo importante de esta afirmación ridícula de mi parte es que si uno no nota esto, es decir si confunde fotografía y pintura como elementos intercambiables del universo de las “artes visuales”, toma rumbos, en mi opinión, por senda equivocada.

Muy probablemente, para alguien que practica ambas disciplinas, la diferencia se le haga patente. Sin embargo yo, siendo fundamentalmente fotógrafo, de actitud fotográfica frente a la vida quiero decir, y con algún bagaje pictórico, esta diferencia me había pasado desapercibida hasta el día de hoy, a pocos meses de cumplir 49 años y con 25 años de fotografía a cuestas.

La pintura es una imagen que se construye por capas sucesivas, digo capas pues cada trazo esta separado del anterior por un intervalo de tiempo. Es decir que cada vez que ponemos otro poco de pintura estamos creando un nuevo plano. Como la pintura surge de nuestra visión mental básicamente, aunque nos ayudemos de la visión óptica, nos nutrimos siempre de una nueva imagen de lo que queremos reproducir o expresar. Es decir cada trazo es generado a partir de una nueva imagen mental, ya que es imposible conservar alguna de ellas por más de unos segundos.

Edward Hopper, morning sun

El resultado que obtenemos, es un objeto constituido por cientos, miles o millones de capas sucesivas inspiradas en imágenes mentales variables que se van nutriendo a la vez de la imagen que estamos construyendo y que va a llevarnos de una idea inicial a otra final muy diferente. Como un texto donde los personajes toman cierta independencia del autor para llevarlo a un lugar que nunca supuso y haciendo cosas que nunca estuvieron en sus planes.

Las diferencias del modelo mental que impulsa cada impronta en la pintura, hace que en la imagen vayan apareciendo conflictos, disparidades y tensiones entre capa y capa. Estas diferencias confieren a la pintura un cierto carácter, digamos, vibratorio, por ponerle un nombre alegórico. La suma total de trazos si bien tendrá una forma, será por definición la sumatoria de una multitud de miles de versiones de si misma con mayores o menores disparidades; como una muchedumbre caminando hacia un mismo punto, donde cada individuo sigue su propia trayectoria.

El resultado es, en este sentido, tan aleatorio que no deja de atraer nuestra atención que al final todo pueda converger en una sola idea, una sola imagen. Casi parece milagroso del punto de vista “teórico”. Como milagroso me parece, a mi mente fotográfica, la creación de una sinfonía donde una multitud de instrumentos participan en la creación de un sonido múltiple a la vez que unitario.

En este sentido podría entender la música, la literatura, la pintura e incluso el cine como procesos similares que se desarrollan en el tiempo, se organizan progresivamente nutriéndose de sí mismos como parte fundamental del proceso de creación y cuyo despliegue es el resultado de millones de planos superpuestos.

Con la fotografía sucede algo completamente diferente. En ésta el tiempo esta abolido y consta de una sola capa que apunta a un tiempo que tiende a cero: el instante. El “instante decisivo”, al cual hacía referencia Cartier Bresson, que sería el momento en que apretamos el botón y que constituiría la única libertad existencial posible en el universo fotográfico. Libertad que nos esmeramos en repetir innumerables veces afín de trocarla más tarde por la libertad de elección.

una imagen de fotolog.net

El resultado de este acto único se traducirá en una imagen muy especial, antinatural e irreal ya que elimina un componente fundamental de nuestra experiencia sensorial: el tiempo. Un mundo sin tiempo, un mundo congelado, una sonrisa eterna, esa es la dimensión de la fotografía; hacer del instante, que es algo virtual para nuestros sentidos, una representación eterna. O sea que, de la formula matemática en que sabemos que “a” es igual a “cero” terminamos con la pretensión que “a” sea igual a infinito, ya que en términos simbólicos postulamos que “cero” deberá ser igual a infinito. Nuestra imagen de un instante tendrá la pretensión de ser una imagen de toda la vida.

Mas allá del uso mediático que hacemos de la fotografía, el hecho que aquí me importa señalar es que la experiencia visual de una fotografía no engaña. En una imagen fotográfica esa vibración característica de la pintura esta ausente. La fotografía representa mas una experiencia abstracta que una experiencia de vida. Sin querer ofender a nadie podría decir que la sensación que me da la fotografía, es como la de un bello animal embalsamado, un pescado en el mercado o el impresionante ejemplar de un insectario.

En ese sentido una fotografía representa no solo una improbable opción del pasado, sino algo que nunca existió para nuestros limitados sentidos y pienso, en esta curiosa mañana asoleada en medio del invierno europeo, en que las sombras se desplazan con increíble velocidad largas y rasantes por la ciudad, que tal vez sea esta la verdadera razón que puedan tener algunos habitantes "primitivos"de este planeta para sentir que en la fotografía el alma está ausente.

Nada dice, sin embargo, que no nos hayamos acostumbrado a estas imágenes sin tiempo y sin alma y que nos parezcan cada día más similares a nosotros y por tanto cuanto más apetecibles.

martes, diciembre 13, 2005

Filtros y cegueras

En 1890 William James observaba que "solo aquellas cosas que llaman mi atención forman mi mente, sin un interés electivo nuestra experiencia seria un total caos".

En este sentido, la fotografía consiste en una percepción predigerida de la realidad, donde el fotógrafo aplica filtros para ordenar la experiencia visual, destacando o marginando aspectos, para construir una lectura dirigida.

Un aspecto curioso de este filtraje es el que dice relación con los símbolos que atraen nuestra atención y que se imponen ante los demás de manera automática. Por ejemplo las imágenes de violencia y las imágenes eróticas.


Un experimento realizado por Steven Most, Marvin Chun y David Zald en las universidades de Yale y Vanderbilt, consistió en mostrar a unos estudiantes cientos de fotografías en una secuencia de un décimo de segundo. Entre estas imágenes había una que estaba girada en 90 grados. Los estudiantes no tuvieron problemas en reconocer esta imagen.

Sin embargo cuando delante de esta imagen se anteponía una fotografía de un seno desnudo o de un miembro mutilado, el 30% de la clase no lograba percibir la imagen perpendicular. Esta "ceguera" transitoria resultó ser más débil en el caso de una imagen violenta en el caso de estudiantes con bajo nivel de ansiedad. Sin embargo los resultados fueron iguales cuando se trataba de imágenes eróticas.

¿Alguna duda ahora sobre porque la publicidad asocia una mujer desnuda a cada producto?

El problema es que si bien esto llama nuestra atención, es posible que nunca nos hayamos enterado de que producto nos querían hablar!!!

sábado, diciembre 03, 2005

How to work better


Una obra de Peter Fischli y David Weiss 1991, dos artistas suizos que a menudo usan la fotografía en sus obras.