domingo, septiembre 25, 2005

El ojo divino


foto doifel videla

Se dice que la pintura pre-Renacentista representaba la mirada de Dios sobre la realidad, mezclando libre y arbitrariamente tiempos y espacios en un mismo plano. Dios todo lo ve y está en todas partes.

El invento de la cámara óptica, alrededor del siglo XV, substituye la mirada divina por la mirada humana, admitiendo que el ojo mecánico —único, indivisible y temporal— proclame su lógica acotada por el tiempo y el espacio. Surge la pintura Renacentista, al imponerse la visión del artista, en toda su individualidad y temporalidad, sobre la mirada divina.

Hoy en día, con las cámaras de vigilancia instaladas en calles, carreteras, bancos, sistemas de transporte, empresas, instituciones, colegios y edificios privados, las cámaras digitales de los aficionados, las cámaras insertas en los teléfonos celulares, las cámaras que nos observan desde los satélites, podemos decir que hemos recreado la mirada divina.

Cuando miramos sitios como fotolog.net, photoblog.net o flickr.com tenemos acceso al álbum familiar más grande de nuestra humana historia. Un álbum con el que solo escritores de ciencia ficción hubiesen podido soñar.

El acceso, siempre ha sido un componente esencial de la fotografía. Muchos documentos fotográficos, basan su importancia en tener accesos privilegiados (ejemplo, Daniela Rossell) a ciertas situaciones. En el caso de estos fotoblogs, el acceso a mundos privados, a personas individualizadas y su intimidad, su quehacer cotidiano, representa una ampliación muy grande en el campo de la fotografía. Un hecho que no dejará de tener repercusiones, como un enorme tsunami de imágenes antes encerradas bajo llave.

Pensemos como este enorme material de información se transformará en conocimiento aplicado.

miércoles, septiembre 14, 2005

Imágenes autoreplicantes



Entendemos la historia como una sucesión de hitos, capítulos o escalones en pos de una permanente evolución hasta el día de hoy. Sin embargo sabemos que cada reducto humano, por más pequeño que sea, no es más que una amalgama de conciencias que comparten tiempos y espacios perceptivos diferentes. Nada más sea por las diferencias generacionales, de género, económicas, culturales o sociales, en el seno de una misma familia o incluso de una pareja.

En este sentido, difícil es percibir, si estamos o no pasando de una época a otra.

Es evidente, sin embargo, que sectores cada vez más amplios de poblaciones en el planeta están siendo presionados en sus oficios, la calle y el hogar por tecnologías que implican cambios en su entorno, la manera de hacer las cosas, la manera de relacionarse e incluso la lógica para razonar. Para aquellos capaces de adaptarse, el cambio es una necesidad, un alivio y una oportunidad. Para aquellos que se resisten, o que no tienen la capacidad o posibilidad de adaptarse, es una fuente de inquietud, de marginación, de pérdida de la noción de realidad. La frase que resume este último sentimiento es: ya no entiendo más este mundo.


La fotografía, como todos los otros medios y oficios ha sido golpeada por los cambios tecnológicos. La digitalización de las imágenes ha permitido que estas puedan ser compartidas a un nivel inimaginable en relación a su anterior dimensión material, expresada en la existencia de negativos, diapositivas y copias de papel. Esto se expresa en una fórmula paradojal que sin embargo es ya una realidad. 1 = infinito. Solo basta poner una copia en la red para que automáticamente esta pueda ser compartida por una cantidad infinita de usuarios.

La propiedad autoreplicante de las imágenes digitales ha cambiado el rostro de la fotografía. Los bancos de imágenes en red, han reemplazado progresivamente el trabajo de los fotógrafos locales, imponiendo de paso nuevos lenguajes, valores culturales y sobre todo: precios. Estos últimos, como consecuencia de la autoreplicación gratuita de las imágenes, han caído dramáticamente, llevando a la quiebra a miles de fotógrafos en todo el mundo. Las agencias de publicidad, que antes usaban un 95 % de mano de obra de fotógrafos locales, hoy en día usa como mucho un 20 %. Situación aún más marcada en los países donde no se crean las tendencias, solo se consumen.


La primera etapa en este proceso fue el traslado de los bancos de imágenes, que anteriormente vendían a través de catálogos impresos, a la red. La segunda etapa vio aparecer grandes compañías con actitudes monopólicas como Corbis (de Bill Gates) y Getty, que han ido apropiándose de archivos fotográficos en todo el planeta a una velocidad alucinante, incluidas las agencias fotográficas. Actualmente vemos aparecer lo que podría ser el perfilamiento de una tercera etapa que puede cambiar la vida, de muchos fotógrafos. Los bancos de imágenes de usuarios.

foto skiny_

Un caso emblemático me parece ser Fotolog. Este foto blog, creado en mayo del 2002 por un grupo de amigos, hoy día (14.09.2005) supera las 58 millones de imágenes y cuenta con 1.795.332 miembros. Esta fórmula, inspirada en la lógica y tecnología desarrollada en los blogs, ha sido clonada o imitada en diferentes países, siempre con bastante éxito en el sentido de atraer usuarios. Es verdad que no parecen por el momento generar ganancias, pero obviamente no está lejos el día en que alguien sabrá como sacarle partido. De momento, es posible que signifiquen una suerte de "espada de Damocles" oscilando sobre la cabeza de los fotógrafos. (ver artículo wikipedia)


La tendencia cultural es que las imágenes sean cada día más parecidas a la realidad de los usuarios. Hay revistas europeas o norteamericanas, donde simplemente el uso de modelos profesionales ha sido reemplazado por el uso de personas realmente insertos en tales opciones de vida. Una suerte de reality show permanente.

Desde luego el fenómeno aún no es masivo y pasará algún tiempo antes que nosotros seamos los modelos de nosotros mismos, sin embargo todo apunta hacia allá.

*todas fotos sacadas de fotolog.net



jueves, septiembre 08, 2005

comentario > 02: "reGeneration"

50 Photographers of Tomorrow


foto © Angela Strassheim, sin título, de la serie Abandonados, 2004.
Courtesy of Marvelli Gallery, New York


En su XX aniversario, el Musée de l'Elysée de Lausanne, Suiza, ha seleccionado 50 fotógrafos provenientes de las 60 escuelas top de fotografía en el mundo para la exposición reGeneration "". En ella se intenta presentar las tendencias del momento, expresadas por fotógrafos aún no comprometidos ni con el mercado, ni con el establishment artístico.

El texto de introducción de la exposición manifiesta que lo mas impactante es la tendencia de los jóvenes a teorizar sobre la fotografía y a ubicar su obra dentro de este contexto, donde Roland Barthes aparece como la mayor influencia, en lugar de citar fotógrafos de generaciones más antiguas como Walker Evans, Cartier-Bresson, A. Bravo o D. Arbus.

Igualmente notable es la casi ausencia de fotografía blanco y negro así como el interés en ilustrar algún tipo de "verdad", tema central en la fotografía tradicional. La ficción o ficciones, se podría concluir, parecerían ser opciones más verdaderas para estos jóvenes fotógrafos.

La "reGeneración" de fotógrafos parece más dispuesta a comentar el mundo, que a descubrirlo. De este modo abstraen, observando entre líneas, las estructuras subyacentes, en lugar de buscar los momentos dramáticos; tendiendo a formar sus opiniones más en series de imágenes, que a través de "la" buena foto. En lugar de encontrar un sujeto, optan por construirlo (poniéndolo en escena o trabajándolo en el computador); esto les hace ver su trabajo como algo perfectamente genuino, tanto como el que más.


foto © Pétur Thomsen, Paisaje importado, Kárahnjúkar, Islandia, 2003


viernes, septiembre 02, 2005

critica > 01: Exposicion Mapas Abiertos

MAPAS ABIERTOS: FOTOGRAFÍA LATINOAMERICANA 1991 - 2002
Hasta el 16 de octubre, 2005. Sala de Arte Fundación Telefónica.
Alameda 111, Santiago, Chile


foto Lucía Chiriboga. "Viviré para contarlo"

En la Sala de Arte de la Fundación Telefónica, se expone la muestra de fotografía "Mapas Abiertos: Fotografía latinoamericana (1991 – 2002)". Este es un proyecto de Ediciones Lunwerg, apoyado por Fundación Telefónica y dirigido por el curador Alejandro Castellote, fundador y director artístico de PHotoEspaña (en sus tres primeras ediciones) .

Lo primero que debo mencionar es que es una exposición imprescindible. El esfuerzo por reunir material fotográfico procedente de nuestro continente ha sido considerable y en esta muestra se encuentra presente la mayoría de los artistas que han sido fundamentales en los años 80 y 90. En segundo lugar destacaría el hecho que la muestra está constituida por obras relativamente recientes (menos de 15 años), lo cual nos da un panorama más actualizado del quehacer fotográfico en el continente. En tercer lugar creo importante señalar que se trata de obras que rompen con la tradición fotoperiodística y documental presente en los años 70 y parte de los 80 en América Latina.

Pienso que para el público santiaguino, y especialmente para los fotógrafos, es una gran oportunidad poder apreciar la obra de estos artistas, reunidos en una muestra colectiva, exhibiendo un tipo de fotografía que en el ambiente fotográfico nacional ha tenido dificultades en desarrollarse y ser reconocido. Dos alcances sin embargo: la muestra no está completa y el catálogo de 342 páginas, esencial en esta exposición, no está en venta, ni tampoco es visible. Especialmente importantes son los ensayos que figuran en el catálogo. Para empezar por el de Alejandro Castellote, curador de la exposición, quien explica sus intenciones y metodología para seleccionar los autores; Juan Antonio Molina, crítico e investigador cubano, que reflexiona sobre la fotografía latinoamericana de los años noventa; Rubens Fernandes Júnior, crítico y comisario de fotografía, director de la Facultad de Comunicación de la Fundaçao Armando Alvares Penteado, que hace un panorama de la fotografía brasileña; Alejandro Castellanos, historiador y director del Centro de la Imagen de Ciudad de México, que escribe sobre su país como anfitrión de artistas latinoamericanos y hace un análisis de la fotografía mexicana; Iván de la Nuez, escritor cubano, crítico de arte y responsable de Virreina Exposiciones, que reflexiona sobre la preeminencia de la imagen en las generaciones posteriores al boom de la literatura iberoamericana; y Sergio Guerra Vilaboy, que ha reunido una completa cronología socio-política de la década de los noventa en Latinoamérica. Finalmente, se incluyen las biografías de todos los autores.


foto Ricardo Gómez Pérez


Me he referido al catálogo, no simplemente para indicar una ausencia que me parece algo desafortunada, sino porque esta exposición invita a la reflexión en muchos sentidos. Es probable, en primera instancia, que el visitante santiaguino sienta que está en presencia de una exposición más próxima a la pintura que a la fotografía. Es decir una exposición donde la fotografía directa y documental, a la cual tal vez este más acostumbrado, parece expatriada. Nada de esto es sin embargo negativo, muy por el contrario, la exposición muestra y demuestra que las posibilidades del medio son mucho mayores, recordándonos que nuestros artistas no están condenados a la fotografía documental como forma de expresión obligado.

La mayoría de las obras expuestas se centra en torno a un proyecto "modernista" de desafío a los límites del soporte fotográfico. Destacándose, en este sentido, la puesta en tensión de éste a través del collage, la sobreimpresión, las imágenes compuestas (dípticos, trípticos, etc), la manipulación química, las obras híbridas con intervención gráfica y pictórica y las manipulaciones digitales. Es tal el nivel de preeminencia del aspecto formal de las obras, que es inevitable considerarlo parte del discurso principal de la muestra.

Alejandro Castellote expresa en su ensayo que ha intentado evitar los estereotipos exóticos y alejarse del Realismo Mágico, corriente literaria de los años 60, para lo cual ha contado con el asesoramiento de expertos latinoamericanos: críticos, directores de revistas y de editoriales, comisarios, conservadores de los departamentos de fotografía de los museos más activos en la década de los 90, responsables de colecciones públicas y privadas, profesores de universidades, galeristas y los propios artistas. Con objeto de darle una organización temática a la muestra, Alejandro Castellote ha dividido esta en tres ámbitos: "Rituales de identidad", "Historias alternativas" y "Escenarios". Sin embargo, pese a las sinceras intenciones de Alejandro Castellote, creo que la exposición se inserta en toda plenitud dentro de la lógica del Realismo Mágico, algo que no ocurría con la fotografía social y militante de los años 70 y comienzos de los 80, donde el indigenismo y el reportaje social y político predominaban. Esto se expresa en un concepto de realidad que se oculta trás un manto simbólico y onírico, suerte de "subrrealismo" criollo, como yo califico esta vertiente latinoamericana, donde el ser humano es ubicado en un cruce de caminos entre el animal, la tierra, las plantas, los dioses, la memoria y los sueños. Constantes son las alusiones a la hibridación humano/animal en el caso de Cecilia Paredes, Javier Silva Meinel, Cravo Neto y Víctor Vazquez; humano/tierra/mapa/materia en el caso de Lucía Chiriboga, Gustavo Frittegotto, Claudia Andujar, Adriana Calatayud y Oscar Muñoz; ; humano/planta con Juan Carlos Alom y Res; humano/dioses es el caso de Gerardo Suter y Tatiana Parcero; memoria/albúm Marcelo Brodsky, Juan Enrique Bedoya, Anan Casas y Eustaquio Neves y finalmente imágenes de tipo onírico por Miguel Río Branco, Katya Brailovsky, Alejandra Bachrach, Cassio Vasconcellos, Flavia Gandolfo, Jaime David Tischler, Ricardo Gómez Pérez y Luis Gonzalez Palma.

Se diferencia, en esta exposición, un cierto número de obras, que se separa de la tendencia general, pues pone el acento, no en los límites del soporte, sino en la manipulación de códigos culturales y que podríamos catalogar como actitud postmoderna. La diferencia, tanto formal como en contenidos, es importante. Al carácter eminentemente "endógeno" de la mayoría de las obras "modernistas", que establecen pocos lazos con culturas exteriores y que bañan en un espacio temporal definido por la nostalgia y la mitología identitaria, se agrega este conjunto de artistas contemporáneos que si comunican con la cultura exterior, no temiendo ironizar con la propia iconografía latinoamericana o mundial. Lo más representativo de este grupo lo constituyen sin duda las obras recientes de Marcos López: "La última cena" y una versión tersgiversada de "La buena fama durmiendo" de Alvarez Bravo.

foto Marcos López

Dentro de este grupo de artistas, podrían figurar además Daniela Rosell, Jorge Aceituno, Nelson Garrido, Vik Muniz, Jonathan Harker, Jaime Avila, Luz María Bedoya, Luis Molina Pantin, Leonel Luna, Martín Weber, Sebastián Friedman y Alessandra Sanguinetti. Todos ellos usan la fotografía por lo general de manera directa, sin rehuir la crudeza del color o las formas definidas por la simple óptica. No vemos en ellos el recurso a lo onírico o a lo mitológico presente en el grupo mayoritario, como si aceptasen finalmente que nuestras realidades colectivas están definidas por lo urbano, la televisión, la sociedad de consumo y las personas de apariencia común y ¡con ropa!.

foto Luis Molina Pantin

Finalmente, last but not least, cabe una palabra de entusiasmo con obras resultantes de experiencias realizadas con comunidades de Perú (TAFOS); de México (Taller fotográfico de Gueletao) y de Guatemala (Niños fotógrafos de Guatemala), donde, gracias a las cámaras facilitadas, sus propios habitantes nos entregan una idea de autorepresentación fresca, honesta y no desprovista de humor y poesía.

En resumen, la exposición marca un hito en la fotografía de arte latinoamericano, representando muy bien la década de los 80 y los 90. Aquella que se atrevió a transgredir los límites impuestos por una cierta fotografía social, militante, pura y dura, para volar con las alas de la creatividad. Quedan abiertas las puertas también para que una nueva camada de autores contemporáneos, quienes parecen haber encontrado una posición en las sociedades latinoamericanas —eminentemente urbanas—, enfrenten el diálogo con el resto del mundo, dejando atrás un mitológico paraíso perdido.