miércoles, julio 27, 2005

Instantaneidad y lenguaje

La instantaneidad en fotografía es algo que hoy por hoy se da por hecho. Sin embargo fueron necesarios más de cuarenta años, desde el momento en que se le adjudicó el invento a Daguerre en 1839, para que se lograra alcanzar. Algunos de los precursores serían, Edward Muybridge en EEUU, Etienne-Jules Marey en Francia, el pintor británico Thomas Eatkins y el pruso Ottomar Anschütz en Alemania.

La instantaneidad es desde luego es una gran victoria de la mente, porque permitió acceder —con una máquina— a un mundo más allá de nuestra percepción, la representación virtual de un fantástico deseo: detener el movimiento, extrayéndolo del flujo del tiempo. Y aunque fuese bajo la forma de un documento plano y en tonos grises mas bien alejado de la colorida y bullente realidad, nuestra mente fue perfectamente capaz de imaginar el resto.

La fotografía se transformó, de este modo, en la abstracción que es hoy día, pues permitió eliminar un componente fundamental de nuestra existencia: el tiempo. Nos hizo descubrir un mundo que los ojos solo adivinaban, presuponían o atisbaban entre dos pestañeos. La fotografía no solo fragmentaba el espacio dividiéndolo en trocitos seleccionados por el encuadre, sino también en intervalos de tiempo que tendían a cero.

Estos pioneros de la detención temporal convergieron junto a los inventores del destello luminoso quienes desde 1864 en adelante comenzaron a usar diferentes materiales inflamables, como el magnesio, para independizarse del sol y reducir el tiempo de pose. La base de la fotografía moderna había sido fundada. El continuum tiempo-espacio sería roto definitivamente por la fotografía dando lugar a una serie infinita de representaciones cada vez más fragmentadas de la mirada humana.

La hazaña dio nacimiento a la fotografía aficionada, que se disparó de manera exponencial, al permitir eliminar esas patas de madera que daba a los profesionales cierto aire de superioridad tras el paño negro, posibilitando también el cruce con la antigua técnica de animación de imágenes fijas, con la cual —gracias a la lectura rápida de la secuencia de imágenes analíticas— conseguía restaurar la sensación de movimiento, generando los principios del cine.

Sin embargo, es posible que este momento histórico, este período, no haya sido explorado hasta sus últimas consecuencias. Escapando incluso a los escrutadores ojos de los semiólogos, poco entrenados en la experiencia fotográfica. La consecuencia mayor de la instantaneidad quizás, es que haya dado lugar a un elemento de primera importancia, a una unidad muy cercana a un signo, llamémosle: el fotográma. El fotográma es la unidad de base de un rollo de película. Es gracias a esta unidad de base que el cine constituye un sistema modular (discreto), consistente en una secuencia de unidades independientes, que podemos combinar, eliminar y multiplicar por separado.


La modularidad nos permite establecer una analogía entre el alfabeto —que es modular— y el cine que también lo es. Alguien podría elevar la objeción que el alfabeto es finito y por eso constituye un código y de allí que se derive un lenguaje. Sin embargo no hay una razón fundamental para imponer la exigencia que este alfabeto sea finito. Hay sistemas de escritura, como el alfabeto chino que cuenta con miles de signos diferentes basados en conceptos, que van más allá de la capacidad de memorización del usuario común. Solo debemos requerir que las unidades sean generadas siguiendo una metodología similar, sean solidarias entre si y sobre todo conformen un sistema coherente. En ese sentido, nada mas regular que los fotográmas que son todos generados a partir de la codificación óptica.*

Tenemos así por un lado el invento del fonema, basado en la creación de partículas abstractas (alfabeto) derivadas del sonido de lenguas específicas y por otro el invento de los ideogramas basados en la conceptualización de experiencias humanas (con algunas reminiscencias visuales y auditivas), independientes del lenguaje hablado. El fonema es, de este modo, algo ajeno al lenguaje oral y el ideograma algo ajeno al pensar, lo cual no impide que intenten reconstruir simbólicamente la fuente de la cual emanan. Para crear ambos sistemas fue necesario extraer una partícula fija de flujo auditivo o del flujo mental que será inmutable, combinable y repetible.

Mi proposición por consecuencia trata de lo siguiente: si la fotografía logró extraer, aproximadamente entre los años 1872 y 1890, una partícula abstracta fija que permitía recrear simbólicamente su fuente original que era la mirada en su dinámica y temporal dimensión, bien podemos afirmar que el fotograma constituye el signo de base de un lenguaje visual perfectamente estructurado.


Esta afirmacion probablemente no llamara mucho la atención si estamos pensando en el cine, ya que estamos acostumbrados a que gracias a estas pequeñas fotos organizadas en secuencia se recree la mirada simbólica de un cameraman con el cual nos identificaremos. El peso de esta afirmación tomará ciertamente otro significado si lo aplicamos al uso y tradición de la fotografía, porque entre el fotograma de un rollo de película destinada al cine y el fotograma de un rollo destinado a la foto no hay ninguna distancia sino es la del método e intención de trabajo. Nada impide asociar ambas y concluir que el fotograma alojado en la cámara del fotógrafo no es mas que una etapa en un proceso mucho mas amplio que es la búsqueda de la reconstrucción de la mirada, lo cual fue logrado en el cine y no en la fotografía. Es posible entonces que ese sentido de orfandad, que ha aquejado la fotografía desde temprana edad, encuentra allí su origen. Como si alguien hubiera dedicado su vida entera a fabricar y coleccionar solo letras o signos, carentes de una frase que nunca va a llegar.

Podríamos decir entonces que la fotografía, por su naturaleza abstracta, representa mas una adivinanza, un presagio, una hipótesis o una incógnita, que la expresión de alguna experiencia humana de lo posible. Su presunta realidad inconclusa y fragmentada, suerte de coitus interruptus de la mirada, podría ser tal vez la mayor responsable de generar nuestra fascinación, adicción y repudio por ellas.


*Quedan excluidos de este esquema, por adolecer de código óptico, las imágenes derivadas de la tradición de las sombras chinas generadas con ayuda de materiales fotosensibles y que lamentablemente en castellano también reciben el nombre de fotográmas.

viernes, julio 22, 2005

El espacio de la fotografia


Cabe preguntarse. ¿Que espacio ocupa la fotografía en nuestra experiencia? Y no me refiero al espacio físico que ocupan en nuestra intimidad, nuestros medios y nuestras instituciones. Sino a lo que nos ocurre cuando vemos una fotografía.

La fotografía ocupa un espacio a medio camino entre nuestra experiencia consciente y nuestra experiencia onírica.

¿Porqué digo esto?

Porque la fotografía no es mas que el gatillador de una experiencia virtual, una provocación al sueño. Es un artefacto que despierta del sopor las imágenes alojadas en nuestra memoria. La fotografía es un slogan que convoca por la fuerza nuestro patrimonio de imágenes mentales en constante ebullición y actualización, conjugando perennemente nuestros deseos, obsesiones y experiencias fallidas. Llenando el abismo entre lo posible y lo imaginado.

Las fotografías nos fuerzan fuera del recuadro.

Los medios simplemente institucionalizan esta experiencia, creando formatos que hacen de puente entre los "hechos" y la "fantasía". El info-tainment, los reality-shows, los programas de info-mmercial, la vida editada de las celebridades. Y pese a las obvias triquiñuelas, a la evidencia en la fabricación, nos dejamos llevar porque nosotros somos los primeros constructores de esa vida semi virtual tejida de muy pocos hechos y muchas ilusiones.

jueves, julio 21, 2005

modelo para armar


En una novela se puede comenzar por cualquier parte, por el comienzo de una historia, por una anécdota que no se sabe donde va, por el final aparentemente resuelto. Se puede avanzar en orden cronológico o en desorden para ir armando un puzzle. Se puede apelar a la razón, a los sentimientos, a la espiritualidad, a las pasiones, a la morbo, la lógica o el terror.

La fotografía conserva algo así como un misterio entre los fotógrafos. Hay tantas interpretaciones de ella y ha sido tantas veces mordida sin llegar al hueso —por semiólogos, sociólogos, filósofos, historiadores, críticos y retóricos— que podría servir como argumento para una película de misterio.

Para muchos es algo tan simple como apretar el botón y sacar una foto. Para otros es algo que se encuentra entreverado en los vericuetos de nuestros pliegues sensoriales, nuestro lenguaje, nuestras percepciones. Para unos es una suerte de espejo de la realidad, para otros un espejismo que no va mas allá de nuestras alucinaciones.

Quisiera que estos escritos y comentarios cobraran vida propia. Vayan sacando al monstruo fuera del agua. Pensé en un momento hacer algo organizado, paulatino y hasta pedagógico. Pero me doy cuenta que eso liquidaría mi propósito que es el de ir descubriendo la fotografía a través de si misma; a través de su propia lógica fragmentaria.


domingo, julio 03, 2005

serie > 01: Christopher Street Day en Colonia


todas las fotos © doifel videla, 2005

Este es un desfile anual que tiene lugar en Colonia, Alemania, el primer domingo de julio de cada año. Organizado por la comunidad gay y lesbiana local.



04.07.2005/001



04.07.2005/002



04.07.2005/003



04.07.2005/004



04.07.2005/005



04.07.2005/006



04.07.2005/007



04.07.2005/008




04.07.2005/009



04.07.2005/010



04.07.2005/011



04.07.2005/012



04.07.2005/013



04.07.2005/014



04.07.2005/015



04.07.2005/016



04.07.2005/017



04.07.2005/018



04.07.2005/019



04.07.2005/020

sábado, julio 02, 2005

comentario 01: architecture of density

NO, NO ES MATRIX, ES HONG KONG
¿Alguna diferencia?

por doifel videla

Architecture of density /Michael Wolf

En estas fotos tenemos la descripción de un estado de cosas. La increíble densidad habitacional a la que están llegando algunas ciudades. La serie nos muestra una obligación de vida, porque en Hong Kong a menos de ser millonario no hay muchas alternativas a la densidad. En el último Time Magazine Europa, dedicado a China dice por ejemplo que en 20 años la ciudad de Shanghai pasó de 1 rascacielos a mas de 300 y que la ciudad de Shenzen creció, desde 1990 a la fecha, de 1,65 millones a 12 millones de habitantes. Un ritmo del 620 % anual.



El conjunto de la serie está compuesta de una mayoría de tomas frontales y cerradas de edificios de habitaciones, dándonos la impresión de enormes colmenares, que adivinamos repletas de habitantes. Lo que prima desde luego, son las estructuras, la masividad, el diseño y la presencia humana que se pierde en el gigantismo de las estructuras haciéndose microscópica. Suponemos pequeños insectos viviendo tras los puntitos asociados a las ventanas.

Esta es la historia literal de esta serie de fotografías, la concentración humana en Hong Kong expresada en la solución arquitectónica de alta densidad habitacional y el aparente monstruo resultante, presentado de manera estetizada, que nos hace pensar en Matrix.



Un segundo nivel de análisis nos lleva a las motivaciones del autor mas allá de la actualidad de su hábitat. Nos habla de una tradición, de una ideología, de una actitud ya consagrada no por él sino por 80 años de fotografía alemana que comienza a forjar su identidad antes de la Segunda Guerra Mundial a través de la obra de August Sanders (1876–1964) y Albert Renger-Patzsch (1897-1966). Ambos ligados al movimiento de la Nueva Objetividad (Neue Sachlichkeit), que se opone al expresionismo definiéndose como una suerte de "realismo objetivo", y por sus continuadores actuales, la pareja de profesores de la Academia de Düsseldorf Bernd e Hilla Becher y su prolifera camada: Candida Höffer, Andreas Gursky, Thomas Ruff, Thomas Struth y Axel Hütte entre otros.

Este "realismo objetivo" se basa en la acuciosa descripción del objeto, la ausencia de sombras, la sobriedad visual, la privación de cualquier expresión de emoción, la visión estática, el aislamiento del objeto en relación a su contexto, la ausencia de perspectivas que delaten la posición del fotógrafo, fidelidad a la forma y construcción de una estructura en base a elementos heterogéneos, no necesariamente conectados, que llevan al concepto de obras basadas en su pura apariencia formal.



En este sentido, el trabajo de Michael Wolf consiste, mas que en una aventura o un descubrimiento, en la aplicación de un "template" establecido por el establishment de la fotografía alemana, que no deja tener una base ideológica, que se expresa en toda la sociedad, ya desde antes, pero especialmente a partir de la Segunda Guerra Mundial. Estas imágenes llenas de admiración por una estructura donde el espacio humano se ve reducido a su pura función ordenadora, reguladora, como archivo o catálogo de un "stock de recursos humanos", como en Matrix, no son nuevas, ni casuales, ni un descubrimiento reciente. Son la expresión de una aspiración, de una manera de interpretar, ver y vivir.

Podríamos decir que estas imágenes, en especial, reflejan la "sociedad de la información" porque nos recuerdan los circuitos integrados, las comunicaciones digitales, el corazón de un computador. Y es posible que la intención sea esa. Sin embargo, la "sociedad de la información" escapa bastante al esquema de orden y claridad (Alles in Ordnung?, Alles Klar?) con que sueña el alemán medio en su lucha contra las pasiones que de tanto en tanto tienden a gobernarlo. La "sociedad de la información" en realidad se parece mucho mas un plato de spaguettis bolognese, a un menú chino para cinco, a una pizza familiar mixta, a la Torre de Babel o al cuento "El libro de arena" de J. L. Borges.



Curiosamente todo el resto del trabajo de Michael Wolf, que se encuentra en el sitio mencionado arriba, es completamente diferente a este. Desde luego no escapa al trabajo repetitivo que caracteriza la mentalidad alemana, pero siempre de una perspectiva mas cotidiana, variando las luces, los puntos de vista. Aceptando en breve que no somos el ojo de un robot y que cada día es un nuevo día para nosotros y para todos. Es la razón por la cual hablo del establishment de la fotografía alemana, porque veo que Michael Wolf, un fotógrafo dedicado toda su vida al reportaje, ha debido plegarse al "template" alemán para acceder a las galerías, a la visión ordenada y vacía con que la fotografía alemana contemporánea pretende prefigurar nuestro radiante futuro.

Es muy posible que Matrix exista y que en definitiva seamos las baterías de energía que necesita el sistema para funcionar; sin embargo no debemos olvidar en ningún momento que somos nosotros los inventores de Matrix.

* Este será el primer comentario, de una serie que voy a realizar y cuyo enlace me envió Roberto Arancibia .